miércoles, septiembre 03, 2014

Tara



Es pequeña y muy rechoncha, fue mamá demasiado jocencita y terminó en un albergue de animales, tranquila y silenciosa ha pasado casi inadvertida a los ojos de todos los posibles adoptantes durante tres largos años. No es una gata de raza, no es un cachorro, su figura no es muy "felina" y tampoco es un animal atrevido que venga corriendo a hacerte zalamerías, pero mi hija reparó en ella, tumbada en un rincón de la gatera del albergue, se acercó a su lado y la acarició y nació entre ellas un amor incondicional. A su alrededor gatos preciosos y juguetones, alguno con un ojo de cada color o blancos como la nieve e incluso siameses y algunos de pelo semilargo y aspecto de pequeñas panteras, ninguno llamó su atención. Ella se arrodillaba junto a esta gatita y la cepillaba y acariciaba pacientemente durante todo el tiempo que pasábamos en la gatera.

 Ahora esa gatita se va venido a vivir a nuestra casa. Silenciosa y limpia, se acerca despacito y se pone panza arriba para que la acaricies, te acaricia con su cola al pasar a tu lado y siempre está dispuesta a jugar a cazar contigo un trozo de lana. No la hemos visto ni un mal gesto, ni un arañazo. Es una amor.
Bienvenida a nuestra casa pequeña Tara.



Si buscas a tu Tara, si quieres darte la oportunidad de enamorarte de un peludo. Quizá aquí lo encuentres.
La Camada